El primer llibre de l'Antonio Muñoz Molina que vaig llegir va ser El jinete polaco l'any 93, en una edició de quiosc d'RBA,aquella col·lecció de tapes dures que per a ser de quiosc, estava tan i tan bé.
Vaig empassar-me'l amb avidesa, de forma fulgurant. Sóc lectora emocional, és a dir, em deixo dur per les emocions i pel que em traspua d'allò que llegeixo. Per a mi, El jinete polaco, entre moltes altres coses, és una reivindicació de la feina dura, de la vida dura, del cop sobtat que la tecnologia va suposar, dels meus pares, dels meus sogres, dels meus avis...
"La cara de mis tíos, sus cabezas rapadas, sus rodillas de hambrientos y sus calcetines caídos, aquellas chaquetas de adultos que usaban, arregladas por mi abuela en noches sin dormir, cuando ya todos se habían acostado y no tenía que tejer las sogas y los capachos de esparto que le desollaban los dedos tan cruelmente como las aristas heladas de los grumos de tierra en las mañanas invernales de aceituna, mujeres y niños avanzando pesadamente de rodillas bajo las ramas de los olivos para recoger uno por uno los pequeños frutos negros, duros y fríos como balas, arrodillados sobre la tierra áspera o sobre el barro, irguiéndose con las manos en los riñones en un claro entre dos filas de olivos, mirando hacia adelante, hacia la hilada de árboles grises que los hombres golpean con sus varas de brezo provocando una granizada violenta de aceitunas sobre los mantones extendidos."
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